Mi maravilloso
cerebro “Turbo-TDAH”
Por Edward Hallowell, Medicine
Doctor.
Tu cerebro con tdah es como un coche con
turbo: rápido, divertido e impredecible. El reto es aprender a conducirlo.
Siempre
he amado el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Yo tengo esa condición, y trato a cientos de personas que la tienen cada año en mi
consulta en Massachusetts. De hecho podría decir que tengo un romance con el
TDAH. Pero no me gusta el nombre de “TDAH” y lo que implica.
Sí,
claro, entiendo la conveniencia de llamarlo “trastorno” cuando se trata de
conseguir adaptaciones, dinero para
investigar, o que te pague el seguro. Pero perdónenme si me separo del DSM-IV
(el manual médico que nombra las patologías). Me gustaría renombrar mi cerebro
“Turbo.”
Elegí
Turbo porque tener esta condición significa que siempre funciona “en directa”.
¡Además es impredecible! En un minuto me mete en problemas, al otro, se le
ocurre la mejor idea que he tenido. Habla fuera de lugar, cuando debería
estarse callado, cuando los demás no lo esperan, incluso cuando sabe que no
debería hacerlo.
Mi
cerebro TDAH olvida. Y recuerda uno o dos minutos demasiado tarde. A menudo le
chillan, o le reprenden, le sermonean, lo desprecian, lo medican, ¡incluso lo
hacen estallar! Y cuando explota, claro, luego hay que recoger el desastre. A
veces el dueño del cerebro Turbo vive de desastre en desastre.
Mi
cerebro conoce el entusiasmo como pocos, pero también la decepción. Lo
intenta (¡y cómo lo intenta!) pero luego
aparece en el lugar equivocado, el día equivocado, con su sombrero en la mano,
listo para otra reprimenda. Mi cerebro TDAH no se conforma. Le gusta demasiado
su manera de ser. Va a donde le lleva el hechizo y cuando se ve metido en un
bucle mental ya no puede decir que no, porque ha olvidado dónde estaba.
La razón
por la que quiero a mi cerebro es la misma por la que quiero a cualquiera que
tenga que superar grandes probabilidades en su contra. Las cartas están
trucadas en contra, especialmente en el colegio. Pero también lo quiero porque,
a veces, puede ser maravilloso. Tiene que aguantar y no creerse todas las cosas
desagradables que le dicen sobre su condición si es que quiere seguir en la
brecha.
¿Puede
hacerlo bien? ¿Puede siquiera?
¿Qué
tienes que hacer si tienes un cerebro como el mío, o si alguien a quien quieres
(o que te gusta, o a quien enseñas o cuidas) tiene tal bendición de cerebro?
Tienes que conectar de todas las
formas positivas posibles. Por ejemplo, conectar con un mentor que vea tus
habilidades y talentos ocultos y pueda sacarlos a la luz. Tienes que encontrar
gente a la que le gustes tanto que no puedan evitar sonreir de alegría cuando
te vean entrar, aunque lleves la ropa del revés o hayas llegado hora y media
tarde.
Tienes
que encontrar una mascota que te adore, y a la que tú adores, a pesar de los
desastres. Tienes que tener un hobby en el que te pierdas, como montar motores
de cohces; o un deporte en el que seas fantástico, como la lucha libre; o lo
que sea que te guste.
Tienes
que encontrar un lugar en el que te puedas relajar, un lugar en el que conectes
con las vibraciones de todo lo que sea verdadero y bueno y esté bien en tu vida,
y en la vida que esperas vivir. Tienes que conectar con la esperanza. Tienes
que conectar con el amor y desconectarte de todo lo desagradable que te
incordie como si fueran mosquitos.
Tienes
que dar a todo lo mejor que hay en ti la oportunidad de crecer. Y lo harás
buscando al mejor jardinero, que está por ahí fuera. No es siempre fácil encontrar a esa persona, sea él o ella,
porque los buenos jardineros no aparecen tan a menudo como uno esperaría. Pero
cuando encuentres a la persona adecuada, esa que ve que no eres un hierbajo, sino
la planta más insólita, entonces tu trabajo será llegar a ser el grán árbol que
te has propuesto ser.
Tener un
cerebro como el mío puede ser difícil. Tener un cerebro puede ser difícil y
punto. Pero el mío no lo cambiaría por nada del mundo. Después de todo es el
que me ha dado mi mundo, mis pasiones de muchas clases, e incluso aunque no
siempre esté ahí cuando lo necesito, me lleva a donde nunca podría ir sin él.
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