martes, 7 de octubre de 2008

EL sábado pasado tuve la suerte de compartir con mi madre una visita al museo del Prado y al Thyssen. En el Prado fuimos a ver a Rafael, a Durero, los paisajes de Patinir, con especial atención a los árboles, y luego nos dedicamos a Velázquez, Murillo y Goya.
Para algunas cosas mi madre y yo tenemos el mismo ritmo, de manera que nos acompasamos muy bien, además teníamos muchas ganas de pasar el día juntas y, como ella es tan sabia y enseña tan bien, yo aproveché para absorber todo lo que pude con sus comentarios y observaciones.
Nos fijamos en las expresiones y miradas de los retratados por Goya y Velázquez, en el detalle de la cesta de costura con la almohadilla para apoyar la labor, que se repetía en varios cuadros de Murillo, en el retrato de la monja sor Jerónima de la Fuente de Velázquez que, según rezaba la leyenda al pie del cuadro partió a Filipinas con sesenta y tantos años con otras tres hermanas. Tiene una cara de determinación tal, que nos la imaginábamosen Filipinas convirtiendo nativos a diestro y siniestro amenazándolos con el crucifijo.
Por supuesto nos detuvimos un buen rato delante de Las Meninas. Yo me preguntaba cómo se le ocurriría a Velázquez pintar un cuadro así y mi madre me contó que Mingote, que también es fino, publicó una viñeta en la que se veía al pintor solo en la estancia pensando, "desde luego hay días en que a uno no se le ocurre nada". Lo gracioso era que al fondo, a espaldas del pintor, se veía como por la puerta abierta iban entrando todos los personajes del cuadro en la sala.
Ya seguiré.

No hay comentarios: